lunes, 1 de octubre de 2012

Gestión de patentes

En 2010 las empresas españolas registraron 3.669 patentes, un 1,2% menos que en 2009. En el mismo periodo las empresas de Estados Unidos registraron unas 190.000 patentes nuevas, las japonesas en torno a 180.000, las alemanas del orden de 88.000, las francesas alrededor de 30.000 y las italianas se aproximaron a las 20.000. En España se registraron un total de 8.700 patentes, por parte de empresas españolas y de otros países. De ellas, 1.300 se protegieron para explotarse en Europa y 1.200 de forma internacional.

En 2010 EE UU ingresó 89.056 millones de dólares por ventas de tecnología (Derechos de patentes, licencias, marcas registradas, diseño, know-how y servicios técnicos relacionados, incluida la asistencia técnica). y efectuó pagos por 55.807 millones, lo que dio lugar a un saldo de 33.249 millones. Mientras, España ingresó 10.133 millones de dólares, pagó 10.225 millones y logró un saldo negativo de 92 millones. Los mayores ingresos estadounidenses por comercio exterior no provienen de la exportación directa de productos, sino de los royalties que cobran sus empresas de cualquier sector en todo el mundo (Johnson & Johnson, IBM, McDonald’s, etc.). En España del registro de patentes se encarga la OEPM.

El gasto español en I+D creció apenas el 0,041% en 2011, por lo que se encuentra prácticamente estancado, según el reciente informe de la Fundación para la Innovación Tecnológica (Cotec). En contraposición, Alemania aumentará este año un 5% sus recursos dedicados a I+D, y Francia se ha comprometido a destinar unos 35.000 millones de euros a estas actividades.

En otro orden de cosas, en España actualmente se gasta un 1,37% del PIB en I+D, mientras que Brasil gasta un 0,7%, sin embargo, las empresas brasileñas producen el doble de patentes con la mitad de esfuerzo presupuestario. Anualmente se pierden casi 32.000 millones de euros en la Unión Europea en investigaciones redundantes, en algo que ya existe en el seno de la Unión o en otros países. De ahí la importancia que tiene saber, previamente, qué hay en el mercado y quiénes son los titulares de las patentes. En España hay actualmente unas 11.000 empresas innovadoras, empresas que deducen gastos de I+D en su impuesto de sociedades o que colaboran en programas de investigación. Pero, de media, ni siquiera una de cada cuatro es capaz de registrar una patente al año. Para el campo existe una figura de protección, la «variedad vegetal», que es similar a la patente. Pues bien, de todos los países de la UE, España realiza entre el 30 y el 40% de la exportación de frutas y hortalizas, pero escasamente tiene registradas el 1% de las variedades vegetales que produce.

Un caso atípico es el de Celia Sánchez-Ramos, profesora e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Basa su trabajo en experimentos sobre la protección del sistema ocular. Para ella es un campo importante ya que todos nosotros tenemos los ojos expuestos a la luz unas 6.000 horas al año y es conveniente e interesante prevenir la pérdida de visión. Esta investigadora divide su trabajo en tres líneas de investigación y es fundadora del laboratorio de neuro-computación y neuro-robótica de la UCM. Su equipo lleva registradas 448 patentes. El filtro óptico artificial desarrollado por el equipo de Sánchez-Ramos para prevenir la degeneración macular está en pruebas desde hace cinco años y su patente está concedida en 60 países. Tener 448 patentes, muchas de ellas internacionales, no es barato. El coste de la concesión de una patente en España oscila entre los 600 y los 1.000 euros, pero su expansión internacional se sitúa entre 30.000 y 50.000 euros. En el caso del equipo de la doctora Sánchez-Ramos, estas tasas son abonadas por la UCM, que ingresa posteriormente los derechos que generan estas patentes.

En el pasado mes de junio la UE llegó a un acuerdo para la creación de un sistema de "Patente única europea", cuya sede se ubicará en la capital francesa, aunque el Reino Unido y Alemania dispondrán de delegaciones importantes. Hoy en día, registrar una patente comunitaria cuesta unos 36.000 euros, en tanto que hacerlo en Estados Unidos sale por unos 2.000 euros y, en China, por alrededor de 600 euros. La UE hacía más de 25 años que discutía la creación de la patente común, señalada por Bruselas como uno de los factores clave para mejorar la competitividad de la economía europea. La primera patente única registrada se espera que pueda ver la luz en 2014.

La razón para cambiar el actual sistema de patentado europeo, que obliga a traducir un registro a la lengua del país en que se quiera aplicar o defender, por otro menos complejo y más barato, es que con él la Unión de los 500 millones de habitantes y 23 lenguas oficiales no puede competir con Estados Unidos, donde 310 millones hablan y patentan en inglés. Como promedio, una patente cuesta 10 veces más en la UE que en Estados Unidos, lo que resta competitividad a las empresas europeas en un mundo globalizado. Los costes de validación de patentes en la babel europea obligan a algunos inventores a patentar solo en algunos países, mientras que un registro válido automáticamente en toda Europa podría crear un mercado tecnológico capaz de rivalizar con EE UU.

Hoy día, a un inventor español que quiera proteger su creación en el mercado nacional le basta con patentarla en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Pero si tiene ambiciones extrafronterizas deberá presentar su proyecto ante la Oficina Europea de Patentes (OEP), fundada en 1977 y radicada en Múnich, un ente en el que participan unos 40 países, incluidos todos los de la Unión.

Una patente completa consta de la parte descriptiva, donde en unas 20 páginas de promedio se presenta la invención (en qué consiste, qué novedad aporta, cómo funciona, nombre comercial, diseño, etc.), y de las reivindicaciones, un texto corto de unas dos páginas con el núcleo de la invención y el alcance de la protección buscada. Esa es la documentación que analiza Múnich, donde la tramitación se hará en una de las tres lenguas de procedimiento de la OEP, francés, inglés y alemán, a elegir por el inventor. Una vez concedida la patente, el inventor debe depositar también la traducción de las especificaciones en las otras dos lenguas. Ya tiene la patente europea, pero nada más. Ahora deberá validarla en todos los países en que quiera protegerla, lo que genera una espiral de costes de traducción, de gestión, de mantenimiento anual del derecho de propiedad intelectual, que suponen unos 20.000 euros solo para validar la patente en 13 países de la Unión, según datos de la Comisión. Una patente en Estados Unidos cuesta unos 1.850 euros.

Todo esto se evitará con la "patente única europea". La publicación en el registro oficial de la OEP incluirá las traducciones a las otras dos lenguas oficiales. De este modo desaparecerán los gastos de validación y mantenimiento en los distintos países y lenguas. Se acabaran los trámites engorrosos por todo el continente. Y para mantenerla viva durante sus 20 años de vigencia bastará pagar los derechos en la propia OEP. El Ejecutivo comunitario estima que los 14.000 euros que se van ahora en traducciones para 13 lenguas quedarían reducidos a 680.

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