sábado, 16 de octubre de 2010

Salieron los mineros atrapados en la mina San José

El 13 de octubre comenzó el ascenso, uno a uno, de los 33 mineros atrapados durante 69 días en el fondo de la mina San José. Se les sacó de las profundidades dentro de una cápsula de 54 centímetro de diámetro que encajaba a la perfección en el pozo de 66 centímetros de diámetro y 622 metros de profundidad, que se había abierto para ellos. Este pozo se encamisó con un tubo de acero después de perforarlo mediante la perforadora sudafricana Strata 950 (T-130).

El primer minero en salir fue Florencio Ávalos, que lo hizo diez minutos despues de la media noche según el horario de Chile (03:10 GMT).

Antes de realizar la ascensión del primer minero atrapado desde agosto, se probó el sistema de extracción. Primeramente se hizo subir y bajar la cápsula dos veces sin ningún viajero a bordo. Posteriormente, el brigadista Manuel González Pavez, de la empresa estatal CODELCO, descendió en la cápsula "Fénix 2" a las 22:20 hora local, para realizar una evaluación del mecanismo de rescate. González fué la primera persona en ver con vida a los mineros, que llevaban atrapados 69 días a 700 metros de profundidad. Una vez que este miembro del equipo de salvamento llegó al lugar en el que se encuentran los mineros, la cápsula subió a la superficie de nuevo para trasladar al interior de la mina a otros cuatro miembros de los servicios de rescate, dos de ellos médicos que examinaron a los mineros para confirmar el orden y la secuencia de su salida al exterior.

Conforme eran rescatados, los mineros se trasladaban al Hospital Regional de Copiapó, donde un equipo médico de 16 personas estaba preparado para recibirlos.

Cuando faltaban pocos minutos para las 22 horas (Hora local) del 13 de octubre salía el ultimo minero, el jefe de turno, Luis Urzúa. Tardó en subir unos 10 minutos, bastante menos que los primeros mineros que salieron de la mina. En total se tardó algo menos de un día en sacar a los 33 atrapados. Tras los mineros salieron los cuatro miembros del equipo de salvamento que aun quedaban en el interior de la mina.

En las horas antes de iniciarse la operación de subida algunos mineros confesaban a sus familiares que les costaba combatir la ansiedad. Desde arriba se les enviaba más cigarrillos que nunca. Se les recomendó en numerosas ocasiones que durante los 15 minutos aproximados que iba a durar el ascenso a la superficie procurasen no hiperventilar, mantener la respiración suave y pausada. En todo momento pudieron comunicarse a través de auriculares y teléfonos con los médicos de la superficie.

La cápsula diseñada y construida por la fábrica de Astilleros y Maestranzas de la Armada chilena (Asmar) con la ayuda de la NASA, tiene 3,95 metros de largo, 53 centímetros de diámetro y más de 400 kilos de peso.

La cápsula cuenta con ventilación en la parte superior, iluminación y suministro de agua para beber, además de cuatro botellas de oxígeno para asegurar el suministro, aun en casos de un ascenso de larga duración. Si en el trayecto a la superficie surgiera algún problema y los mineros quedaran atascados en medio del túnel, podían maniobrar unas palancas que se encuentran en la parte superior de la cápsula y desenganchar la parte de arriba. El resto de la cápsula podría bajar nuevamente hacia la mina con la ayuda de las ruedas exteriores.

La cápsula cuenta además con un arnés para sujetar a los mineros en caso de desvanecimiento, un tubo de oxígeno y un intercomunicador con el exterior. Los mineros se pusieron para salir un traje especial hecho de hipora, un material que permite que el cuerpo pueda transpirar y ropa interior de fibras de cobre, para evitar el contagio con hongos y bacterias.

En el casco que llevaban, tenían un micrófono y un audífono inalámbricos para poder estar en contacto con el exterior. También disponían de unos cinturones biométricos, que permitieron controlar sus constantes vitales mientras ascendías, tales como la presión arterial, la frecuencia respiratoria y cardiaca, la temperatura corporal o el consumo de oxígeno. Estos dispositivos, doce en total, se los fueron pasando de unos a otros, conectando con la superficie en tiempo real, mediante tecnología Bluetooth que permitía la emisión de una señal de alerta que se activaría automáticamente si los valores corporales hubiesen mostrado alteraciones graves.

Estos cinturones son similares a los que utiliza la NASA en misiones espaciales o los soldados de élite del ejército de Estados Unidos. También se usan en el entrenamiento de fuerzas especiales o cuerpos de bomberos. Además, dada la cantidad de tiempo que los mineros llevaban bajo tierra, subieron a la superficie con unos gafas oscuras de última generación que les protegieron los ojos de la luz solar.

El yacimiento San José, propiedad de la empresa Minera San Esteban y escenario del accidente y rescate de 33 mineros, se enfrenta a un futuro todavía muy incierto.

Las posibilidades que le aguardan a esta explotación minera con más de un siglo de antigüedad, donde hasta el pasado 5 de agosto se extraía cobre y de la que alguna vez también se sacó oro, son su aprovechamiento con fines turísticos (Dada la fama adquirida con el accidente y posterior rescate) o reorientar su explotación.

A corto y medio plazo, la actividad de la mina está descartada. El presidente Sebastián Piñera tiene la intención de construir un monumento en el lugar que hasta hace poco ocupaba el llamado "campamento Esperanza".

El lugar que pudo haber sido escenario de la peor tragedia en la historia de la minería chilena hubiera requerido una inversión de 8 millones de dólares para garantizar la seguridad de sus trabajadores.

Los dueños de la empresa Minera San Esteban, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, han sido acusados por familiares, parlamentarios y autoridades por la falta de seguridad en una explotación que comenzó a operar en el siglo XIX.

Lo tres sondeos realizados para rescatar a los mineros permitirán disponer de nueva información geológica sobre el yacimiento, lo que ha alimentado los rumores sobre la existencia de una supuesta veta rica en oro y cobre, encontrada durante las labores de perforación para llegar hasta el refugio de los mineros, pero según el jefe del equipo de rescate, André Sougarret, ejecutivo de la empresa estatal Codelco, la mayor productora de cobre del mundo, no existe ni un gramo de oro en los 9.500 metros de perforación.

Además de convertirse en un museo, el futuro de la mina San José ofrece otras posibilidades. Una de ellas es ofrecerla en alquiler a una compañía con mayor solidez financiera que Minera San Esteban, para explotar los otros tres yacimientos que posee y que están situados junto al siniestrado. El yacimiento San José podría ser usado como depósito subterráneo para depositar los desechos de la actividad minera.

Los accidentes mineros han dejado en Chile 373 muertos en la última década y 31 en lo que va del año, según datos del Servicio General de Geología y Minería.

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